RETIRADA DE LA COMPAÑÍA 4/II/68
La 4º Compañía del 2º Batallón del regimiento de Infantería "áfrica" nº 68, al mando del capitán don Rafael Aguilera Maurici, tenía por misión guarnecer las posiciones de Sidi el-Bachir y Arrof, separadas unos 15 kilómetros, y el fortín de Tigrotin cercano a esta última.
Las posiciones estaban localizadas al sur de Monte Arruit, a ambos lados de los montes Ziata, para dominar la caretera que desde aquel campamento se dirigía hacia el sur, al llano de El-Haraig, atravesando los citados montes.
Arrof estaba situada a gran altura, protegiendo el paso de Fum-el-Krima, pero dominada a su vez desde alturas adyacentes. Su perímetro fue construido para albergar hasta dos compañías de fusiles, y en julio de 1921 estaba siendo reducido para albergar tan solo una compañía, estando ya terminado el parapeto, que cortaba la antigua posición por la mitad, a falta tan solo de algunas defensas accesorias. Tigrotin era un fortín sitiado a unos 500 metros en línea recta de la posición, separado de ella por un barranco, construida con obra de mampostería en buenas condiciones. Monte Arruit, distante unos 15 kilómetros, les suministraba el agua diariamente, y también diariamente la posición acudía a Monte Arruit para abastecerse de víveres.
Sidi-el-Bachir estaba asentada a diez kilómetros de Arrof, en una estribación destacada de los montes Ziata al sur, hacia el llano de El-Haraig. Recibía diariamente el agua y los víveres de Arrof.
Posiciones de la circunscripción de Nador.
Guarnecían la posición de Arrof unos 60 hombres pertenecientes a dos secciones de la Compañía 4/II/68, al mando del capitán Aguilera y el teniente don Francisco García Gómez. El fortín de Tigrotin tenía un destacamento de un cabo y diez soldados de la citada compañía. Sidi el-Bachir estaba guarnecida por unos 28 soldados de la sección del teniente don Félix García Rodríguez, perteneciente a la misma compañía 4/II/68.
El 22 de julio, al regresar el convoy de abastecimiento de Monte Arruit, conocieron en Arrof lo ocurrido en Annual. Ese fue además el último día que recibieron agua desde Monte Arruit.
En Arrof, el 23 de julio vieron en la distancia arder fuego dentro de Monte Arruit, y supusieron que eran las llamas de algún pajar ardiendo. El resto del día transcurrió sin novedad, hasta el anochecer en que recibieron algún disparo suelto.
En Sidi el-Bachir, a las 03:00 horas de ese día 23 de julio, el teniente García recibió un mensaje del cercano puesto de la Policía Indígena del Zoco el-Haraig avisándole de que los rifeños querían capturar la posición. A las 07:00 horas se presentaron delante de la misma varios grupos de moros, llegando algunos de ellos a colocarse entre el parapeto y la alambrada. Personado el teniente, le dijeron que los rifeños habían capturado la posición de Afsó y que venían hacia Sidi-el-Bachir. El teniente salió de la posición para hablar con ellos, y un policía le disparó, hiriéndole en la mano, tras lo cual se generalizó el fuego, causando muchas bajas entre los rifeños.
El 24 de julio se inició el ataque a las tres posiciones. A las 02:00 horas de la madrugada los rifeños abrieron un nutrido fuego de forma inesperada sobre Arrof, manteniéndolo de forma intermitente hasta el amanecer, causando siete bajas dentro de la posición. Al despuntar el día finalizó el ataque, pero los rifeños dejaron un pequeño puesto de observación vigilando la posición y se dirigieron al vecino puesto de la Policía Indígena de Bu-Aiduz, donde los policías se unieron a la revuelta. En Arrof se aprovechó la tregua para salir de la posición y destruir el muro del vecino campo de deportes, donde habían estado apostados los moros en su ataque nocturno. Ese día iniciaron el racionamiento del agua dentro de la posición. Los rifeños sitiaron Arrof y mantuvieron sus ataques con nutrido fuego desde el atardecer hasta el amanecer, cesando los disparos durante el resto del día. También fue atacada la posición de Sidi el-Bachir, sin que tengamos ningún detalle del mismo, excepto una llamada telefónica que hicieron los defensores al almacén de víveres de Hassi Berkan para informar del ataque.
El 25 de julio el teniente García pidió en Sidi el-Bachir voluntarios para salir de la posición y pedir auxilio a Arrof. Se ofreció el soldado Joaquín Deza, quien finalmente se dirigió hacia Hassi Berkán al comprobar que Arrof estaba cercada y era imposible entrar en ella. Allí el soldado fue capturado por los moros, robado y golpeado. Le dejaron marchar y, finalmente, llegó hasta la alcazaba de Zeluán.
A lo largo del día el capitán Aguilera recibió en Arrof un mensaje enviado por un perro desde la posición de Sidi-el-Bachir informando de lo desesperado de su situación, estando el teniente García herido, con bastantes bajas, sin agua ni víveres, y sin suficientes municiones.
El 27 de julio se acabó el agua en Arrof; hicieron una salida para procurarse unas cantimploras llenas, pero a pesar de la sorpresa tan solo lograron llenar media fiambrera a costa dos bajas; los rifeños establecieron un nuevo puesto de observación para impedir nuevas salidas. El capitán envió al teniente García Gómez con una partida de soldados para reconocer la posible evacuación sobre Monte Arruit, ya que les llegaban los sonidos de sus disparos como indicación de que allí los españoles estaban aún manteniendo el campamento. Pero el teniente tropezó con las avanzadas de un campamento que los rifeños establecieron para mantener vigilados los caminos y, tras un tiroteo con ellas, hubo de regresar a Arrof. Tras esta salida, los rifeños establecieron nuevos puestos de vigilancia, cerraron por completo el sitio sobre Arrof y Tigrotin y, comprendiendo lo inútil de la resistencia de los españoles, cesaron sus hostilidades a la espera de su capitulación, limitándose a arrojar piedras sobre la posición y tratar de desmoralizar a los soldados.
El 29 de julio por la tarde el capitán Aguilera decidió la evacuación de la posición, que efectuaron durante la madrugada del 30 aprovechando la caída de una tormenta, en dirección a la zona francesa. Días antes lo habían hecho los de Tigrotin. A los diez kilómetros pasaron al pie de la posición de Sidi-el-Bachir con idea de recogerla, pero la encontraron en silencio y sin señales de vida, por lo que continuaron su marcha. Al amanecer del día 30 llegaron a un aduar dominado por una fortificación que creyeron francesa; el capitán hizo un alto y envió una patrulla a explorar y, mientras esperaban fueron sorprendidos por un numeroso grupo de rifeños que hizo fuego sobre ellos. Ante lo inesperado del ataque, la compañía perdió su cohesión, entró en pánico y se dispersó. El capitán Aguilera, el teniente García López y diez soldados fueron cogidos prisioneros, robados y conducidos al poblado cercano. Desde allí, por mediación de un faquir llamado Addú fueron finalmente conducidos al puesto francés de Sidi-Maruf. A los pocos días se presentaron en Uxfa treinta dispersos de la compañía, incluidos los del fortín de Tigrotin.
Contradiciendo la versión del capitán Aguilera sobre lo ocurrido con la posición de Sidi-el-Bachir, el sargento Lahasen-ben-Brahim, de la 1ª Mía de la Policía Indígena, informó que la posición se defendió desde el 24 al 31 de julio, momento en que el teniente decidió salir en dirección a Arrof. Al llegar a ésta, la vieron ocupada por los moros quienes, al detectar la presencia de los de Sidi-el-Bachir, abrieron fuego sobre ellos. Se refugiaron en el barranco de Fum-el-Krima, donde fueron atacados una vez más. Los soldados abandonaron al teniente y al sargento que le acompañaba, dispersándose y huyendo. Todos los de la posición de Sidi-el-Bachir fueron cazados y muertos por los rifeños.
SITUACIÓN EN MELILLA
En este día aterrizó en el Hipódromo de Melilla un aparato pilotado por el capitán de Ingenieros Manzaneque, llevando como observador al capitán de Artillería don Francisco Carrillo. El aparato había despegado dos días antes desde Madrid y, tras hacer escala en Granada, llegó a Melilla. También ese día aterrizó en el campo de Rostrogordo el mismo aparato que días antes llevó a los primeros periodistas a Melilla, pilotado por el capitán de Infantería Moreno Abella, marqués de Borja, llevando como observador al capitán de Ingenieros don Manuel Bada. Tras ponerse a las órdenes del Comandante General, ambos aparatos despegaron en misión de reconocimiento, sobrevolando la zona en rebeldía, pudiendo observar que los almacenes y edificios construidos en los poblados de Batel, Tistutin Dar Dríus estaban ardiendo, así como la presencia de grandes núcleos de rifeños en estas zonas, y la concentración en Annual de la harka de Beni Urriaguel. Finalizaron su misión sobrevolando Monte Arruit y arrojando sobre ella sacas de pan y un código de señales para poder comunicar con los aviones cualquier urgencia que tuvieran.
La posición de Cabo de Agua, situada en el extremo más oriental del Protectorado, frente a las islas Chafarinas, fue reforzada con piezas de Artillería y con su dotación, que fueron transportados a ella por el cañonero "Bonifaz".
Siguen llegando refuerzos a Melilla:
- El batallón expedicionario del regimiento de Infantería "Toledo" nº 35, de guarnición en Zamora, al mando del teniente coronel don Rafael Dorrego.
- Vapor "Vicente la Roda", transportando a un escuadrón del Regimiento de Húsares "de la Princesa" como avanzadilla de la Brigada de Húsares, y una nueva batería de Artillería.
- 2ª Compañía expedicionaria del 1º Regimiento de Telégrafos, de El Pardo, al mando del capitán don Manuel Moxó.
En la conferencia telegráfica diaria de por la mañana, celebrada ese día a las 12:30 horas, el general Berenguer informó al Ministro de la Guerra de la retirada del general Navarro sobre Monte Arruit y el lamentable estado de sus fuerzas. Reitiró al ministro el juicio dado el día anterior de que no podría salir al campo a combatir con las trops recibidas en el estado en el que estaban, que necesitaría para ello recibir diez batallones más y el reemplazo del tercer año de los batallones expredicionarios recibidos, y cifró en un mes el tiempo que necesitaría para organizar un ejército en condiciones. El ministro le prometió los refuerzos y pidió al general Berenguer su juicio sobre dejar al general Navarro libertad para hablar con sus sitiadores, toda vez que no recibiría refuerzos a tiempo; todo ello "dejando a salvo el honor militar". El general Berenguer le contestó que así lo haría si no conseguía antes reforzar o rescatar a los sitiados en Monte Arruit.