POSICIÓN DE LA ALCAZABA DE ZELUÁN

Posición localizada entre nador y Monte Arruit, en la única carretera de aprovisionamiento de la línea del frente.

La posición de Zeluán, instalada en la Alzazaba, estaba guarnecida por unos 20 hombres de la 1ª Compañía Provisional del regimiento de Infantería "Ceriñola" nº 42, al mando del teniente don Tomás Pérez Andrade. A ellos se sumaban la estación telegráfica, el depósito de Intendencia con unos 16 hombres, la enfermería de Sanidad con cinco oficiales y una quincena de soldados, un cabo y cuatro guardias del puesto de la Guardia civil, y el teniente don Francisco Fernández Pérez de la 2ª mía de la Policía Indígena, con los 17 policías del puesto de Zeluán, lo que sumaba un total de siete oficiales y 58 de tropa española.



Posiciones de la circunscripción de Nador.

El día 22 de julio por la tarde comenzaron a pasar soldados aislados o en grupo por delante de la posición, algunos de ellos heridos, sin armas, algunos con los cerrojos de los fusiles en la mano, así como mulos sueltos, algunos embastados; y todos ellos sin oficial al mando ni organización alguna, y diciendo lo que había ocurrido en el frente. El reguero de soldados no se interrumpió el 23 de julio y continuaba el 24, de manera que cundió el pánico entre la población civil, un gran número de la cual evacuó la ciudad en dirección a Melilla a mediodía, quedando el resto refugiada en la Alcazaba.

Era tal el desastre que se veía pasar delante de la posición, que el teniente Fernández, la tarde del 23 de julio, sujetó pistola en mano a todos aquellos que portaban armas, oficiales incluidos, obligándoles a entrar en la Alcazaba para unirse a su defensa; pero muchos de los retenidos salían por otra puerta nada más entrar. De esta manera, el 24 de julio la guarnición de Zeluán había sido engrosada hasta sumar un total de 38 oficiales y 444 soldados españoles, entre los que cabe destacar los seis oficiales y 138 soldados de Infantería "reclutados" de diversas unidades en franca retirada, diez oficiales y 125 soldados supervivientes del regimiento "Alcántara", siete oficiales y 53 soldados españoles de Regulares, 40 artilleros y un oficial y 50 Ingenieros. La cifra es engañosa puesto que, según dictamen médico, tan solo menos de la mitad, unos 200 hombres, eran útiles para el servicio. Además, estaban con ellos tres caídes y 140 soldados de Caballería de Regulares; los policías indígenas habían sido encerrados porque no inspiraban ninguna confianza.

Durante la madrugada del 24 de julio, el 3º Escuadrón de Caballería de Regulares se sublevó en la Alcazaba al mando de los caídes; se produjo un tiroteo en el que murieron 14 regulares, pero unos 100 lograron salir de la Alcazaba. Por temor a su conducta durante al defensa de la Alcazaba, el resto de los soldados indígenas de Regulares fue conducido a Melilla al mando de cuatro oficiales: capitán Margallo, el teniente Carbajal y los alféreces Bermejo y Tomaseti. Pero al salir de la Alcazaba tuvieron que abrirse paso a tiros, pues unos 200 rifeños rodeaban ya la posición. En su retirada a Melilla, los regulares indígenas acabaron desertando, resultando muerto el alférez Tomaseti.

Al anochecer del 24 de julio a Alcazaba de Zeluán quedo completamente cercada, iniciándose así un asedio que duraría nueve días más. El capitán don Ricardo Carrasco Egaña, jefe de la 6ª mía de la Policía Indígena con cabecera en Monte Arruit, asumió el mando de la defensa por ser el oficial más antiguo. Este capitán había llegado a Zeluán procedente de Monte Arruit donde había ayudado a tratar de organizar a las tropas que llegaban en desbandada procedentes del frente. Pronto se puso de manifiesto la carencia de víveres, municiones y, sobre todo, de agua.

La falta de agua fue un sufrimiento añadido al asedio, pues a mediodía del 24 de julio los rifeños habían cortado la cañería del agua que abastecía la posición y desde entonces su carencia obligó a los defensores a tratar de ir a buscarla al río. Lo hacían con grave peligro de sus vidas porque los rifeños tenían vigilado el punto y lo batían con nutrido fuego de fusil. El 26 de julio se hizo una salida para coger agua en el río, lo que ocasionó numerosas bajas. El resto de los días que se bajó al río se repitieron las bajas, y no siempre se regresaba con el agua, debido al incesante fuego de los rifeños; la poca agua que lograron subir del río los últimos días del asedio no era potable, debido al gran número de cadáveres y animales muertos que lo infestaban.

La defensa se prolongó hasta primeros de agosto. El día 1 de agosto el capitán Carrasco pensó hacer hacer una salida para escapar a Melilla por la Restinga, y previno a la tropa para hacerlo, pero tuvo que desistir a ello por el elevado número de enemigos que había en el exterior de la posición.

El 2 de agosto se habían agotado todos los recursos de la defensa. Habían tenido unos 40 muertos. La enfermería estaba llena con unos 50 heridos y enfermos. El ganado había muerto de sed, la tropa llevaba dos días sin beber agua. Los víveres se habían agotado. Tras recibir la autorización del general Berenguer desde Melilla para capitular debido a que les era imposible enviar ningún socorro desde la plaza, el capitán Carrasco convocó una reunión de oficiales la mañana del 2 de agosto para anunciar su intención de capitular. Se mandó suspender el fuego y, a continuación, el capitán atravesó el parapeto de la puerta principal con el teniente Fernández para conferenciar con los sitiadores, entre los que había algunos policías de la misma mía del capitán. Pactaron la salida de la guarnición, sin armas, y la garantía de dejarles marchar con los heridos hacia Melilla; también pactaron la salida de la Alcazaba de una cincuentena de mujeres indígenas con sus hijos, familiares de los policías indígenas de la guarnición.

Ese mismo día capituló la guarnición que defendía el aeródromo de Zeluán.

El capitán Carrasco dispuso que la tropa entregara el armamento y saliera de la posición entre las 07:00 y 08:00 horas; pero antes de poder hacerlo, un grupo de rifeños ya había penetrado tumultuosamente en la Alcazaba y procedió a recoger las armas a los soldados y a saquear la posición; incendiaron la enfermería matando a cuantos estaban en ella, y se dedicaron a perseguir a los infelices soldados que trataron de huir, perseguidos por moros a caballo o apostados en los caminos vecinos. Al capitán carrasco y al teniente Fernandez les ataron los brazos a la espalda, les taparon la boca, dispararon numerosos tiros contra ellos y, finalmente, quemaron sus cadáveres y los cubrieron con paja.

FUENTES:

  • AHN. TS-R. Expediente 50.6. Folios 1222 y ss. Declaración del teniente de Infantería don Miguel Ribera y Trillo Figueroa, de la 7ª mía de la Policía Indígena, superviviente de la defensa de la Alcazaba de Zeluán.
  • AHN. TS-R. Expediente 50.7. Folios 1428 y ss. Declaración del soldado José Alaejos Mateos, del regimiento de Infantería "África2 nº 68, superviviente de la defensa de la Alcazaba de Zeluán.