COMIENZAN LOS ASEDIOS DE NADOR Y ZELUÁN
La circunscripción de Nador era la que estaba más al este de la Zona Oriental del Protectorado. El levantamiento de las cábilas no había arraigado en aquel territorio excepto en las áreas ligadas a la principal línea de comunicaciones, jalonadas por tres posiciones ubicadas en las proximidades de sendos poblados:
- Nador: la más cercana a la plaza de Melilla, a su vez el punto más extremo que alcanzó la sublevación indígena.
- Zeluán: sede del aeródromo principal de la 2ª Escuadrilla de Aviación.
- Monte Arruit.
Además de las anteriores, existían tan solo tres posiciones guarnecidas militarmente, con un escaso número de tropas:
- Arrof, con su fortín anexo de Tigrotin, y Sidi-el-Bachir estaban situadas entre los montes Ziata y el monte Kerber, para dominar las comunicaciones hacia el sur desde Monte Arruit, en el llano desierto de El Garet hacia El Haraig.
- Zaio: al sudeste de Nador y Zeluán, en la mitad del llano de Sebra, sobre la carretera que conducía a la zona francesa y a Argelia.
La posición de Cabo de Agua señalaba el límite este de la zona; estaba situada sobre el mar, frente a las islas Chafarinas. El resto eran alrededor de veinticuatro puestos de la 1ª, 2ª, 4ª, 6ª y 7ª Policía Indígena, repartidos en aquel extenso territorio al sur y sudeste de Melilla
Posiciones de la circunscripción de Nador.
Inicio del asedio de Zeluán
La posición de Zeluán, instalada en la Alzazaba, estaba guarnecida por unos 20 hombres de la 1ª Compañía Provisional del regimiento de Infantería "Ceriñola" nº 42, al mando del teniente don Tomás Pérez Andrade. A ellos se sumaban la estación telegráfica, el depósito de Intendencia con unos 16 hombres, la enfermería de Sanidad con cinco oficiales y una quincena de soldados, un cabo y cuatro guardias del puesto de la Guardia civil, y el teniente don Francisco Fernández Pérez de la 2ª mía de la Policía Indígena, con los 17 policías del puesto de Zeluán, lo que sumaba un total de siete oficiales y 58 de tropa española.
El día 22 de julio por la tarde comenzaron a pasar soldados aislados o en grupo por delante de la posición, algunos de ellos heridos, sin armas, algunos con los cerrojos de los fusiles en la mano, así como mulos sueltos, algunos embastados; y todos ellos sin oficial al mando ni organización alguna, y hablando de lo que había ocurrido en el frente. El reguero de soldados no se interrumpió el 23 de julio y continuaba el 24, de manera que cundió el pánico entre la población civil, un gran número de la cual evacuó la ciudad en dirección a Melilla a mediodía del 24 de julio, quedando el resto refugiada en la Alcazaba junto a los soldados.
Era tal el desastre que se veía pasar delante de la posición, que el teniente Fernández, la tarde del 23, sujetó pistola en mano a todos aquellos que portaban armas, oficiales incluidos, obligándoles a entrar en la Alcazaba para unirse a su defensa; pero muchos de los retenidos salían por otra puerta nada más entrar. De esta manera, el 24 de julio la guarnición de Zeluán había sido engrosada hasta sumar un total de 38 oficiales y 444 soldados españoles, entre los que cabe destacar los seis oficiales y 138 soldados de Infantería "reclutados" a la fuerza de diversas unidades en franca retirada, diez oficiales y 125 soldados supervivientes del regimiento "Alcántara", siete oficiales y 53 soldados españoles de Regulares, 40 artilleros y un oficial y 50 Ingenieros. La cifra es engañosa puesto que, según dictamen médico, tan solo menos de la mitad, unos 200 hombres, eran útiles para el servicio. Además, estaban con ellos tres caídes y 140 soldados de Caballería de Regulares poco de fiar; los policías indígenas habían sido encerrados porque no inspiraban ninguna confianza.
Durante la madrugada del 24 de julio, el 3º Escuadrón de Caballería de Regulares se sublevó en la Alcazaba al mando de los caídes; se produjo un tiroteo en el que murieron 14 regulares, pero unos 100 de ellos lograron salir de la Alcazaba. Por temor a su conducta durante al defensa de la Alcazaba, el resto de los soldados indígenas de Regulares fue conducido a Melilla por cuatro oficiales: el capitán Margallo, el teniente Carbajal y los alféreces Bermejo y Tomaseti. Pero al salir de la Alcazaba tuvieron que abrirse paso a tiros, pues unos 200 rifeños rodeaban ya la posición. Finalmente, en su retirada a Melilla, los soldados regulares indígenas acabaron desertando, resultando muerto en los enfrentamientos el alférez Tomaseti.
Al anochecer del 24 de julio a Alcazaba de Zeluán quedo completamente cercada, iniciándose así un asedio que duraría nueve días más. El capitán don Ricardo Carrasco Egaña, jefe de la 6ª mía de la Policía Indígena con cabecera en Monte Arruit, asumió el mando de la defensa por ser el oficial más antiguo. Este capitán había llegado a Zeluán procedente de Monte Arruit donde había ayudado a tratar de organizar a las incontroladas tropas que llegaban en desbandada procedentes del frente.
Inicio del asedio del aeródromo de Zeluán
A unos 400 metros de la Alcazaba, y al amparo de esta última, se encontraba el aeródromo de Zeluán, que era la base de la 2ª Escuadrilla de Aviación, con seis aviones De Havilland. Su guarnición estaba formada por tres sargentos y 43 soldados de Aviación y otros cuerpos. Los pilotos y observadores no pernoctaban en la base, excepto el teniente observador Manuel Martínez Vivancos que lo hacía por motivos de salud, sino en Melilla.
El 22 de julio el jefe de la escuadrilla, el capitán de Ingenieros don Pio Fernández Mulero, subió a Melilla para asistir a la reunión de Jefes de Cuerpo convocada por la Comandancia General. Allí se enteró del hundimiento del frente y de la muerte del general Silvestre. El capitán discutió con el coronel jefe de Estado Mayor, don Gerardo Sanchez Monje, el traslado de los aviones al nuevo aeródromo de Nador, pero finalmente decidieron dejar los aparatos en Zeluán. Esta decisión, unida a la falta de órdenes concretas del jefe de la escuadrilla de reunir a los pilotos en la base, visto el estado de levantamiento del territorio, tuvo como consecuencia la pérdida de todos los aparatos de la escuadrilla, dejando a Melilla sin aviones hasta que llegaron refuerzos aéreos varios días despues. El general Picasso juzgó de negligente la actuación del jefe de la escuadrilla.
El 23 de julio la guarnición fue reforzada con una sección de 30 soldados del regimiento de Caballería "Alcántara" al mando del alférez de Complemento Maroto, procedente de los restos del regimiento que quedaron en la Alcazaba. El 23 de julio se encontraba en la base el teniente don Manuel Martínez Vivancos, observador de servicio, que quedó al mando de la defensa, y el alférez de Ingenieros don Ángel Martínez Cañadas, destinado en Aviación.
La noche del 23 de julio comenzó el hostigamiento del aeródromo, siendo cortada la comunicación con la Alcazaba durante la madrugada del 24 de julio. Así comenzó un asedio que, sin ser demasiado intenso, obligó a los defensores a atender al mismo, pues los rifeños estaban principalmente empeñados en el asedio a la vecina Alcazaba, pero sin descuidar el del aeródromo.
Inicio del asedio de Nador
Nador está emplazada en el tramo final de la carretera de acceso a Melilla desde el interior del país, a la entrada de un paso que estrechan por el oeste las faldas del monte Gurugú, desde las que se domina completamente la población, y la Mar Chica por el este. La guarnición de Nador estaba formado por un heterogéneo grupo de fuerzas formado por:
- La Plana Mayor de la Brigada Disciplinaria, al mando del comandante Juan Almeida Vizcarrondo, con unos 26 soldados, todos ellos en destinos administrativos.
- Una sección de la 1ª Compañía Provisional del regimiento de Infantería "Ceriñola" nº 42 al mando del teniente don Enrique Navasa Pérez, con unos 46 soldados.
- Un puesto de la 3ª Compañía de la Guardia Civil, al mando del teniente don Ricardo Fresno Urzáiz, con unos 24 guardias.
- Un puesto de la 2ª mía de la Policía Indígena, al mando del teniente don Juan Bordonado Chapela, con 23 policías de Infantería y 33 de Caballería.
Esta guarnición era escasa para la defensa de un poblado del tamaño que ya tenía Nador en aquellos años y, además, no poseía posiciones defensivas, sino edificios para cuartel, pues las fortificaciones que se hicieron en su día para proteger la población se habían abandonado y desmantelado desde que la línea de frontera se adelantó al Kert tras la guerra de 1910, y 130 kilómetros más al oeste desde que el general Silvestre inició los avances un año antes, por lo que se consideraba que Nadro estaba muy segura en plena retaguardia por estar tan próxima a Melilla.
Así lo expuso el teniente coronel jefe de la Brigada Disciplinaria, don Francisco Pardo Agudín, en un momento tan temprano como fue la reunión de Jefes de Cuerpo que convocó la Comandancia General el 22 de julio a las 17:00 horas, donde añadió que la única forma de defender Nador era disponiendo un nutrido número de fuerzas, superior al existente, y ocupar con ellas el reducto y el fortín de Arbós; además, como la aguada se encontraba a unos dos kilómetros, en esta situación procedería evacuar la población de Nador, que comenzaba a demandarlo al ver aparecer por el pueblo grupos de soldados demacrados, algunos heridos, sin armamento, en completo estado de abandono y sin disciplina alguna, relatando los hechos ocurridos a lo largo del día. La Comandancia General le negó el permiso a evacuar y le dijo que tratara de apaciguar a la población civil.
El 23 de julio el teniente de la Guardia Civil estaba en el servicio de vigilancia de la estación de tren; allí vio los vagones llenos de tropas totalmente desmoralizadas. Consideró su deber detener a todos los soldados que portaban armas y entregarlos en la Comandancia Militar de Nador. Ese día el goteo de huidos se convirtió en una riada humana de coches con familias de civiles huyendo del interior del territorio; vehículos militares transportando lo mismo soldados que oficiales, heridos o sanos, en un estado lamentable y destrozado su ánimo, algunos con armas; soldados aislados o en grupo, algunos descalzos, otros con el cerrojo del fusil, todos sin disciplina alguna; columnas de ganado sin conductores, y sin ningún orden, excepto una de mulos de Artillería, que pasó ordenada transportando nada más que a los soldados que los montaban, y otra de Intendencia que pasó cargada con orden y disciplina. Esa noche una fuerza de unos 20 guardias civiles, con su teniente al frente, se instalaron en el interior de la iglesia con cajas de municiones. También durante la noche de ese día el teniente coronel decidió la concentración de todas las fuerzas disponibles en la fábrica de harinas y electricidad de la Compañía Colonizadora de Industria y Comercio, cuyo edificio era de buena calidad, con agua, trigo y cebada en su interior, y el mejor de Nador desde donde acometer una defensa, como paso previo a la posterior evacuación de las fuerzas a Melilla.
A las 01:00 horas de la madrugada del 24 de julio el teniente coronel Pardo tocó llamada desde el campamento de la Brigada Disciplinaria. Acudieron todas las fuerzas de Nador, incluidos los guardias apostados en la iglesia, que formaron delante del campamento. La llamada acabó de producir el pánico a la población civil, que salió a toda prisa de la población, bien a pie, bien por carretera, en dirección a Melilla. Al amanecer un paisano fue testigo de que a Plaza de España de Nador seguían llegando de fuerzas en pequeños grupos, incluso oficiales y jefes solos, en un lamentable estado de total extenuación y desastrados de ropa.
La guarnición de Nador acudió a la fábrica citada para aprestarse a la defensa. Para engrosar sus efectivos, trataron de detener a cuantos soldados en retirada llevando armas pudiesen; al final, tras forcejear con los huidos, que se escapaban en cuando tenían oportunidad, lograron unir a la defensa a unos 70 soldados más, algunos sin fusil, que hubo que dárselos del almacén de la Brigada.
Sobre las 09:00 horas de la mañana los rifeños comenzaron a entrar en Nador, disparando sobre las tropas españolas no refugiada aún en la fábrica. Mientras, en el campamento de la Brigada Disciplinaria acababan de enviar en el último tren para poner a salvo en Melilla la bandera de la Brigada, unos 125 fusiles y 40 cajas de municiones; el resto fue quemado en el almacén del campamento para librarlo del saqueo que se estaba iniciando en el interior de la población.
Ese día comenzó el asedio de la fábrica de harinas de Nador, que duraría hasta el día 2 de agosto.
LLEGADA DE LOS PRIMEROS REFUERZOS A MELILLA
El día 24 de julio ya estaban fondeados en el puerto de Melilla los cañoneros "Bustamante", "Álvaro de Bazán" y "Bonifaz"; frente a las posiciones de Sidi Dris y Afrau estaban los cañoneros "Laya" y "Roger de Lauria", y el crucero "Princesa de Asturias"; y se hallaban en camino el acorazado "Alfonso XIII", el "Giralda" y dos cañoneras más.
A lo largo de ese día llegaron a Melilla ocho batallones de Infantería. A las 08:00 de la mañana llegó el primero: el batallón expedicionario del regimiento de Infantería "de la Corona" nº 71, a bordo del buque "Isla de Mallorca". Nada más desembarcar, en un muelle totalmente ocupado por numerosísimo gentío que aclamaba calurosamente a las tropas, el teniente coronel Barrera Baus arengó a sus soldados, tras lo cual el batallón desfiló brillantemente por la valle Alfonso XIII entre aplausos y vítores de los entusiasmados melillenses hacia su destino, que consistió en reforzar las posiciones del campo exterior de Melilla. Al día siguiente, 25 de julio, embarcó en Almería una compañía de ametralladoras del regimiento de Infantería "España", designado para reforzar al batallón expedicionario "de la Corona".
I y II Banderas del Tercio de Extranjeros, reción desembarcados en Melilla a después de las 13:00 horas, al mando del teniente coronel Millán Astray.
Sobre las 13:00 horas llegaron el segundo y tercero. A esa hora atracó el buque "Ciudad de Cádiz" transportando las I y II Banderas del Tercio de Extranjeros; tras desembarcar entre los vítores de los melillenses y recibir la arenga del teniente coronel Millán Astray, los legionarios desfilaron por la calle Alfonso XIII sobre las 14:45 horas, cuyo paso era saludado por una contínua salva de aplausos y calurosos vítores.
Los otros cinco batallones llegaron más tarde en cuatro buques transportando las siguientes unidades:
- Vapor "Escolano" procedente de Ceuta, desembarcando dos tabores del Grupo Regulares de Ceuta, al mando del teniente coronel don Santiago González Tablas.
- Vapor "Marqués de Campos" procedente de Sevilla, desembarcando el batallón expedicionario del regimiento "Granada" nº 34, de guarnición en Sevilla, al mando del teniente coronel don Antonio Eugena López.
- Vapor "Vicente La Roda" procedente de Málaga, desembarcado el batallón expedicionario del regimiento "Borbón", al mando del teniente coronel don Manuel Gatín Núñez.
- Vapor "Hespérides", desembarcando el batallón expedicionario del regimiento "Extremadura" al mando del teniente coronel Muñoz.
Ese día también llegó a Melilla un avión civil trayendo a los primeros periodistas procedentes de la península en busca de noticias. Ante la imposibilidad de aterrizar en los aerodromos de Zeluán y Nador, el piloto lo hizo en Rostrogordo con gran riesgo del aparato y las vidas de los pasajeros. Sobre su presencia, el Ministro de la Guerra dijo al general Berenguer que "les haga saber que aquí nada se ha ocultado al público, habiendo llegado yo a decir que se trataba de un verdadero derrumbamiento de esa Comandancia. No ha podido dar lista de bajas y posiciones perdidas por falta de detalles oficiales, que ni siquiera udted tiene. Autorizo a que se de noticia de todo, sin más limite que el patriotismo al servicio de la verdad."
Horas más tarde, el general Berenguer informó al ministro que "los periodistas venían con la idea de lo ocurrido, pero ... que al tomar contacto con la realizad su asombro no tiene límite."