El sábado 23 de julio por la tarde, las fuerzas de la columna Navarro llegaron desorganizadas y sin control a las posiciones de Batel y Tistutin, entrando en ésta última al anochecer. Sin embargo, un grupo permaneció diferenciado de ellas, separándose del conjunto e iniciando una marcha nocturna hacia Melilla, donde llegaron a las 09:00 horas del día siguiente, 24 de julio, pasando por Monte Arruit, Zeluán y Nador. Era una columna heterogénea de unos 300 hombres del regimiento de Infantería "Melilla" núm. 59, que habían formado la columna móvil de Cheif y que tantas bajas habían sufrido ese mismo día, junto con elementos de otros Cuerpos, todos ellos sin cohesión alguna. Su frente iba el capitán Félix Almansa Díaz, jefe de la 3ª Compañía, II Batallón, Rgto. "Melilla" núm. 59, que había tomado el mando de la columna de Chief en Dríus tras la muerte de su teniente coronel. El capitán dio cuenta de esta extraña retirada al general Picasso:
"En esta forma, y bajo el fuego enemigo, llegaron al río Gan, que estaba seco y es de un paso muy difícil, haciendo la carretera un zig-zag, dificultad que fue utilizada por los moros para concentrar su esfuerzo allí, lo que contribuyó a desconcertar por completo las fuerzas, mezclándose y confundiéndose las unidades. En este trayecto de Dríus al río encontraron las ambulancias y automóviles que se empleaban en transporte de heridos y que habían salido antes, volcados o desviados en las cunetas, y los heridos, rematados y mutilados. Ni en el paso del Gan ni en momento alguno de la marcha recibió órdenes del Mando para efectuarla. Del Gan a Batel decreció el fuego, llegando a este último punto al caer el sol, encontrando allí 30 ó 40 policías. En todo el trayecto no habían podido detenerse a comer ni beber.
"En Batel no buscó al coronel Arroyo (jefe del regimiento "Africa"), que ya no se hallaba allí, por ir el testigo a la sazón a las órdenes del general Navarro, al cual, a caballo, con su Estado Mayor, pudo ver indistintamente en diversos lugares de la columna; pero el estado de confusión de ésta hacía de todo punto imposible cualquier intento de reorganización, y él, como uno de tantos, iba arrastrado en el tropel.
"El testigo, muerto su caballo, marchaba a pie, habiendo sufrido una coz de una mula, que le obligó, transitoriamente, a subir en el varal de un carro de municiones, hasta que se repuso un tanto. Descansaron en Batel una media hora, y desde el interior del campamento oyó que fuera de él arengaban a las fuerzas, y entonces se dio cuenta de que éstas empezaban a salir del campamento en el mismo revuelto tropel en que habían llegado, tomando hacia la derecha, fuera de la carretera, en dirección a Tistutin, porque el enemigo, al que se había sumado la Policía, les hostilizada fuertemente. Este fuego era irregularmente contestado por pequeños grupos, eventualmente reunidos por algún oficial, puesto que las unidades ya no existían.
"Así llegaron a Tistutin al anochecer; parte de la fuerza entró en el campamento, y el resto quedó fuera de él, abrigándose tras las casas del poblado del fuego que desde el monte les hacían los moros. El testigo, dentro del campamento, entró a descansar un poco en una tienda, y seguidamente se dio cuenta de que todas las fuerzas reanudaban la marcha en dirección a Monte Arruí, haciendo la salida desde Tistutín bajo un intenso fuego del enemigo.
"A un kilómetro de Tistutin les dejaron de hostilizar, ya sí, y con un ligero paqueo, llegaron a Monte Arruí próximamente a las nueve o nueve y media de la noche. La columna se detuvo en la carretera, aprovechando este pequeño alto para beber, y cuando esto ocurría, vino a caballo un individuo con guerrera de paño o pelliza o una prenda de cuerpo oscura, que no sabe quién es ni el Cuerpo a que perteneciera, y que al pasar corriendo les dijo que, de orden del general, continuara la columna la marcha, pues el campamento estaba ocupado por el enemigo y aquello era una emboscada. Poco antes, del contiguo poblado salieron algunos tiros, que ocasionaron bajas en las fuerzas. En vista de la orden, siguieron su marcha, sin que el enemigo les hostilizara, hasta llegar a Zeluán a eso de las once de la noche.
"Al cruzar el río de este nombre, bebieron los hombres y el ganado. El testigo iba rodeado de sus oficiales y de tropa de su regimiento, pero sin ordenar y revuelto con la de otros Cuerpos. En esta aguada, el testigo resultó en vanguardia, por lo que, para no entorpecer el paso de las demás fuerzas que venían detrás, siguió su marcha para esperar en un sitio de la carretera a que las demás fuerzas se incorporasen, por suponer se detendrían a beber. Allí estuvo detenido junto al poblado más de dos horas, aguardando, hasta que, al ver que la columna no venía, ordenó al teniente D. Fernando Méndez Vigo (Compañía de Ametralladoras, 1º Batallón, Rgto. "Melilla" 59, columna móvil de Cheif) fuera hacia atrás para enterarse de lo que hubiera sucedido. Volvió este oficial a poco, diciéndoles que, como a unos 400 metros había encontrado un oficial a caballo, que le dijo que continuasen la marcha, que la columna estaba ya muy cerca.
"Preguntado quien era el oficial, le dijo el teniente Méndez Vigo que, por haber hablado con él de lejos, no le conoció. El declarante emprendió la marcha; pero no viendo llegar a la columna, volvió a detenerla, hasta que comenzaron a llegar fuerzas, carros y otros elementos sueltos, que, suponiendo eran la columna, le decidieron a marchar. Antes de hacerlo, sin embargo, llegó a caballo un oficial, que cree era el mismo de la pelliza o guerrera oscura de Monte Arruí, que preguntó si había allí algún capitán, y al presentarse el declarante, le dijo que, de orden del general, organizara una vanguardia y con ella continuara a Nador.
"Trató el testigo de averiguar quién era el del caballo, pero no lo consiguió, pues la noche era oscura y el individuo a quién preguntó quién era le dijo que venía de orden del general. Organizó una vanguardia de unos 16 ó 20 hombres de diversos Cuerpos, y dio su mando a un oficial de Ceriñola, y tras esta vanguardia, sin enemigo, continuaron su marcha hasta el pozo que hay en las proximidades de Nador. Allí hizo un alto para que bebiese la gente, y como empezase a amanecer, se dio cuenta de que el grueso de la columna no les seguía, yendo únicamente un grupo de unos 500 hombres, bastante ganado y dos carros de municiones. Continuaron, después de beber, a Nador, y al llegar cerca de la estación del ferrocarril, en la madrugada del 24 ordenó a los oficiales que se dejasen los heridos y enfermos para ser transportados en el tren, y los demás siguieron hasta el cuartel de la Brigada disciplinaria, debiendo consignar que en la estación se le quedó bastante gente, con objeto de regresar en el tren.
"Cerca del cuartel, y en la carretera, se encontraron al teniente coronel de la Brigada [disciplinaria] (Francisco Pardo Agudín), a quien se presentó, recibiendo de él la orden de ponerse a su disposición, con todas las fuerzas que traía, para la defensa del poblado; el testigo mandó hacer alto a la gente de a pie y bajar de los mulos a los montados, y entonces llegó a él, transmitida verbalmente de unos a otros, la orden del teniente coronel de la Brigada de que organizara un convoy con los carros que conducían a las mujeres y a los niños, más uno de municiones de la Brigada, y con su fuerza los escoltara hasta Melilla. El carro de la Brigada era de bolsa. En esta disposición, y sin ser molestado en el camino, llegó a Melilla a las nueve y media de la mañana del 24, con unos 300 hombres aproximadamente.
"De los oficiales de otros Cuerpos que con él venían recuerda al teniente Guedea, de Ceriñola, según cree recordar (alférez José Guedea Millán, 6ª Compañía, 2º Batallón, Rgto. "Ceriñola", posición de Izumar). Los oficiales que se presentaron en su regimiento fueron: tenientes Serena (Alférez José Serena Giscafre, 2ª Compañía, 2º Batallón, compañía móvil de Cheif), Méndez Vigo, Bernárdez (Antonio Bernárdez de la Cruz, Compañía de Ametralladoras, 1º batallón, estaba de permiso), Acuña (Antonio de Acuña Guerra, 4º Compañía, 2º Batallón, columna móvil de Cheif), que es alférez, y no recuerda de más. Recuerda después a Simarro (Alférez Carlos Simarro Medina, 1ª Compañía, 2º Batallón, columna móvil de Cheif). El resto de la fuerza, según consta en la información practicada en el Cuerpo, eran tres cabos y 28 soldados; una ametralladora, cuatro mosquetones, tres fusiles y cuatro mulos.
Varios oficiales más fueron interrogados por el general Picasso sobre esta extraña retirada, entre los que contamos con la declaración del alférez José Guedea Millán, jefe de una sección de la 6ª Compañía, 2º Batallón, Rgto. "Ceriñola" núm. 42, citado por el capitán Almansa en su declaración, y que se había retirado el 22 de julio desde la posición de Izumar:
"Llegaron a Batel a la caída de la tarde, y allí vio al general Navarro, quien les mandaba continuar a Tistutin, donde se repararía la sed que aquejaba a los soldados; hicieronlo así, continuando la marcha, ignora en virtud de qué orden, pues, embebido en la columna, seguía la dirección de las demás fuerzas de su regimiento.
"Siguieron la marcha hacia Monte Arruí, también batidos en el trayecto por fuego vivo de los moros, que venía de ambos lados, causando bajas y dando lugar a que la confusión se aumentara, compenetrándose los elementos de la columna y cogiendo los mulos para los heridos, enfermos y despeados, que, agotados por el cansancio, se echaban al suelo, diciendo que no podían continuar. A las nueve de la noche llegaron a Monte Arruí, a cuya proximidad, y para saber si estaba ocupada o no por nuestras fuerzas la posición, se tocó la contraseña de Ceriñola y San Fernando, contestando, pero sin distinguir lo que fuera. Al entrar en el poblado de Monte Arruí se sintió un vivo fuego por descargas, especialmente hacia la aguada, donde, sedienta, acudía la gente para saciar su sed. Ya en este punto el testigo no vio al teniente coronel Marina (Pedro Marina Viñanas, jefe del 1º batallón del Rgto. "Ceriñola" 42), y habiendo dado un capitán la orden de que continuara marchando la columna, el testigo, con su gente, siguió encajonado en ella, si bien ya no eran todos los soldados que la componían en un principio, por haber sufrido bajas en el camino.
"Hasta llegar a Zeluán fueron menos hostilizados; en este punto, el declarante, agotado por completo, cayó al suelo, siendo recogido por dos soldados de su sección, que lo llevaron en mulo hasta Nador, donde, con los nueve hombres que de su sección le restaban, volvieron en tren a esta plaza. A Nador llegaron unos 500 hombres de Infantería, con 12 ó 14 oficiales de distintos Cuerpos. En este punto, la columna iba mandada por el capitán Almansa, del regimiento de Melilla, sin que el testigo sepa cuando se hizo cargo de ella, porque desde la salida de Zeluán iba privado, por efecto del cansancio. Respecto a la persona que dió la orden de marchar en Annual, y que le dieron era un capitán, no puede dar otro dato sino que iba a caballo, pues la oscuridad de la noche no le permitió ver otra circunstancia. Por referencias sabe que el capitán Almansa, en Nador, pidió órdenes al teniente coronel del Disciplinario, que allí se encontraba, y supone que en virtud de ellas se reanudó la marcha, ya en la mañana del 24.
Acompañando a la columna iba un grupo de unos artilleros que, al llegar a Monte Arruit, no paró junto al camino como hizo el grupo principal al mando del capitán Almansa, sino que entró en la posición. Este es el relato que nos dejó teniente Fernando Gómez López, de la 1ª Batería de Montaña del Rgto. Mixto de Artillería, en su declaración ante el general Picasso:
"Al llegar a Batel, el general reunió a todos los oficiales y les dio instrucciones. La posición de Batel era muy combatida por el enemigo, que ocupaba puntos dominantes y unas chumberas, de donde se mandó a la Policía desalojarlo; pero lo que hizo fue unirse a él y romper el fuego contra los nuestros. Entonces se dió la orden de que una parte de la columna quedara en Batel y que la mayoría de ella siguiera hasta Tistutin, quizá por no caber en aquella posición. En este último lugar, por haber depósito de Intendencia, sólo había sitio para un centenar de hombres, encontrándose allí mil quinientos; las alturas dominantes, desde las que se les hacía nutrido fuego, estaban ocupadas por policías y cabileños.
"El testigo y su capitán (Francisco Rubio Usera) fueron a la posición en busca de órdenes; pero no pudieron obtenerlas, por reinar una gran confusión desde de ella. Al salir de la posición, encontraron que la columna seguía hacia Monte Arruí, y que así la batería del declarante como la de Blanco (Capitán Ramón Blanco Díaz de Isla, 5ª Batería de Montaña, posición de Izumar) se habían incorporado a ella. Les dijeron que el general marchaba a la cabeza de la columna, y que iba con ella; pero la gente, presa del pánico, daba sus informes con una gran incoherencia. Los oficiales buscaban inútilmente al general en medio de aquel desorden, y el declarante y el capitán Blanco no podían encontrar tampoco sus baterías respectivas. En esto llegó un oficial diciendo que la Policía sublevada atacaba la retaguardia de la columna, rematando los heridos, y que era necesario hacer alto y destacar tropas para combatirle. La mayoría tomaron a este oficial, que era un capitán de Ingenieros, por el general; pero, no obstante, no hubo manera de que obedeciesen a lo que mandaba.
"En la retirada se registraron algunos actos muy censurables de oficiales y muchos de tropa. Recuerda el dicente, entre otros, a un oficial, que, alegando que estaba herido, le pidió le dejase montar detrás en su caballo, proponiéndole cuando lo hizo que, pues éste era bueno, podían escapar y hallarse en media hora en Melilla, adonde tiene entendido se dirigieron muchos, en lugar de quedar en Monte Arruí. Ante tal proposición, el testigo lo echó al suelo. No puede el declarante citar nombres, por conocer muy pocos oficiales en la plaza, fuera de los de su arma. Otros oficiales se arrancaban las divisas, las gorras y hasta los "leggis", para que no conociesen su condición.
"Al llegar a Monte Arruí, encontraron que era dueña del poblado la Policía sublevada, y el testigo ignora por orden de quien se dispuso entonces que entrasen en la posición, y solo allí pudieron reunir a su gente a eso de las once de la noche y reorganizarse, reuniéndose casi toda la gente y parte del ganado, pero ninguna carga, sucediendo lo mismo con todas las unidades montadas.
"Esto ocurrió el mismo día 23. En vista de que en la batería del testigo quedaban más de 100 hombres y 70 armas de fuego, de las que fueron recogiendo por el camino, decidieron formar una unidad de fusiles para contribuir a la defensa de la posición, haciendo lo mismo las otras unidades. Guarnecía de ordinario a Monte Arruí una compañía de Infantería de unos 60 hombres, que se mandó reforzar la víspera con 100 artilleros de las baterías que se retiraban, a 20 hombres cada una; toda esta guarnición permaneció en el parapeto hasta que montaron el servicio las tropas recién llegadas, que, unidas a las anteriores, constituían un núcleo de 1.500 hombres. El mando de la posición lo tomó el capitán Bandín (Manuel Bandín Delgado, 2ª Batería Ligera, enfermo en Melilla, se incorporó a Dríus en 23 de julio), de Artillería.