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CRONOLOGÍA DEL DESASTRE DE ANNUAL Martes, 19 de julio de 1921
Tercer día de asedio de Igueriben.
A las 04:00 horas del 19 de julio el comandante Benítez solicitó auxilio urgente. En el campamento de Annual se organizaron tres columnas a toda prisa:
Dada la orden de avance, la columna del comandante Alfaro ocupó sus objetivos sin resistencia, pero la del teniente coronel Nuñez del Prado quedó detenida rodeada por numerosos enemigos. El teniente coronel envió al teniente von Lindeman para informar al coronel Argüelles, jefe de la circunscripción de Annual, de la imposibilidad del avance, pero regreso al poco tiempo con la orden de resistir sobre el terreno. El teniente coronel envió al capitán D. Carlos Zappino y Zappino, de la 3ª Compañía del I Tabor de Regulares, de nuevo al campamento con el mismo mensaje, pero el coronel le despachó de regreso reiterando su orden. El capitán Zappino no llegó a su puesto, pues fue muerto en el camino de vuelta. El acoso enemigo llegó hasta el propio campamento de Annual y amenazó con cortar la retirada de las tres columnas. Estas tuvieron que replegarse por escalones hasta Annual. En la última fase del repliegue fueron apoyados por siete compañías del Regimiento de San Fernando y una compañía de Ingenieros que fueron enviadas desde las posiciones de Izzumar y Dar Drius. Las bajas españolas en este combate ascendieron a 88: 14 muertos y 74 heridos. Entre los muertos se encontraron el capitán Zappino y el teniente D. Francisco Nuevo Soriano. A las 14:00 horas el coronel don Francisco Javier Manella Corrales, jefe del Rgto. De Caballería Alcántara núm. 14, llegó a Annual y se hizo cargo del mando de la circunscripción de manos del coronel de Artillería don Joaquín Argüelles. Con él se incorporaron las siguientes unidades, en número de unos mil efectivos, con lo que los efectivos de Annual llegaron a los 4.000 hombres:
A las 16:00 horas el coronel Manella organizó un nuevo intento de abastecimiento de Igueriben: el capitán Rosal, al mando de su compañía de Regulares y apoyado por otras tres compañías de Regulares, trató de subir hasta la posición llevando tres cantimploras por hombre. El avance fue apoyado por tropas peninsulares del Regimiento de África desplegados a su derecha. Pero en un momento dado, fatigados e impotentes, los soldados indígenas de Regulares flaquearon, tiraron las cantimploras al aire y retrocedieron.
Plano de la posición de Igueriben. Mientras tanto, en Melilla, el general Silvestre concibió la idea de ocupar una nueva posición en la costa. Para ello ordenó al coronel Silverio Araujo Torres, jefe del regimiento de "Melilla", que abandonase la plaza y tomase el mando de parte de la columna móvil en Kandussi el 21 de julio, para trasladarse a la posición de Quebdani y realizar la ocupación. Pero los acontecimientos de Annual darían al traste con los propósitos del general. La falta de agua, víveres y municiones hacía que la situación en el interior de Igueriben fuese cada vez más crítica, agravada por el sofocante calor que hacía. A las bajas del combate, una veintena, se sumaban las producidas por el agotamiento físico. Quienes menos resistían las torturas de la sed comenzaron a beber tinta, agua de colonia y hasta sus propios orines. Debido al color, la tropa se desnudaba en las tiendas y practicaba excavaciones con objeto de meter sus cuerpos desnudos en el suelo, a fin de que pudieran resistir mejor el sufrimiento con el contacto de la tierra fresca. El enemigo seguía haciendo un violento fuego de fusilería sobre la posición. Un disparo enemigo inutilizó el heliógrafo, teniendo que apelar al aparato Mangin para no perder la comunicación heliográfica con Annual. Los oficiales, fusil en mano, hacían fuego en el parapeto, pues muchos soldados no podían sostenerse. La Artillería enemiga, compuesta de dos cañones establecidos en la loma de Amar-U-Said, a unos 1.300 metros de distancia al sur de la posición, continuó haciendo certeros blancos y destruyendo por efecto de un disparo parte del parapeto del sector noroeste; también alcanzó uno de los disparos a cuatro cajas de municiones inutilizando casi la totalidad de su contenido , ya que solo quedaron aprovechables unos cuantos cargadores de cartuchos. La batería de la posición, que con sus escasas municiones se dedicaba a acallar los fuegos de la contraria, se vió en la imposibilidad de seguir haciéndolo por haberse agotado sus municiones. En un momento dado se recibió en la posición el siguiente telegrama: "El Mando felicita a los heroicos defensores, alentándoles a seguir manteniendo la resistencia con ese admirable espíritu de sacrificio, que es la admiración y orgullo de sus hermanos de armas. Ya se hallan concentradas en Annual numerosas fuerzas que han de convoyar los socorros de que tan necesitados está esa posición. Y tropas frescas para relevar a los heroicos defensores de Igueriben, que tan ganado tienen el descanso. La Patria, atenta a vuestro gallardo gesto, sabrá recompensar vuestros sacrificios." A las 20:00 horas el general Silvestre envió directamente el Ministro de la Guerra las novedades solicitadas por éste en su telegrama del día anterior. En él daba cuenta del combate del día 17, de su apremiante necesidad de recibir más mulos para reponer el ganado perdido, y de que los combates proseguían, pero sin tener aún detalles que ofrecer de los mismos. Tres horas y media más tarde, a las 23:30 horas, la situación general parecía más grave, pues remitió un segundo telegrama, de nuevo directamente al Ministro, solicitando el envío urgente en un plazo máximo de diez días de 45.000 granadas de Artillería, 20.000 espoletas y 12 millones de cartuchos de fusil, dos de ellos para Remington y el resto para Mauser. Por la noche reanudaron los ataques sobre Igueriben, utilizando de nuevo granadas de mano. Los rifeños trataban de apoderarse de los cadáveres de sus compañeros que estaban muertos en la alambrada y en la zona de la batería, que por permanecer muda creían indefensa. Hubo que enviar a este sector una sección del Ceriñola al mando del alférez Villanova, quienes ocasionaron numerosas bajas al enemigo. La defensa se hizo imposible, pues carecían de municiones de fusil y de Artillería, no quedando más que una ametralladora útil; además, tampoco había mucha fuerza disponible para la defensa, pues quien no se encontraba herido no podía sostenerse por los sufrimientos del hambre y del calor. El comandante Benítez, para animar a sus soldados, gritaba llorando "¡Viva España!" y "¡Vivan mis soldados!", quienes, enardecidos, marchaban al parapeto para caer enseguida por no poder sostenerse. Para apagar la sed de los soldados graves se utilizan los últimos recursos que quedan: unos botes de tomate que el cantinero de la posición aún conserva, escasos para el elevado número de heridos y enfermos. La situación llegó a ser tan apurada esa noche que se solicitó a Annual que rodeara la posición con una cortina de fuego de Artillería para evitar los reiterados asaltos enemigos, cosa que hicieron los artilleros de Annual con precisión matemática. El ataque remitió algo a primeras horas del día 20 de julio, pudiendo darse descanso a las tropas, pero sin abandonar el parapeto. DOCUMENTO: Telegramas del comandante Benítez al coronel Argüelles, jefe de la circunscripción de Anual. (AHN. TS-R. EXPEDIENTE 50.2, folio 307)
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FUENTES:
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